Por: Efraín Marino
@efrainmarinojr
Caía la tarde en la cabina de radio de Bogotá Nocturna, una vista maravillosa se apreciaba por los ventanales de vidrio de la emisora del piso 8 del Centro Comercial Neos Centro, ubicado en el corazón de la ciudad de Bogotá, el ocaso anaranjado invitaba al romanticismo, a la poesía y a mojar la palabra con el néctar de los dioses.
Una voz alta y sonora, se abrió paso desde la recepción… “Yo te pido, yo te pido mil caricias nuevas, que me entregues tu alma limpia y buena, que me brindes la felicidad”… decía la letra de “Mi mejor canción”, grabada en el año 1978 en el álbum “Enamorado como siempre”, en la voz del inmortal Rafael Orozco y el Acordeón de Israel Romero, “El Binomio de Oro de América”, y que fue tocada por primera vez el 12 de octubre de ese mismo año, en la boda, de Rubí Arrázola, la musa que inspirara esta canción y el maestro Fernándo Meneses su compositor. Rafa fue el padrino de este matrimonio, junto al alcalde de turno de Plato, Magdalena quien fuera el que presentó a los novios.
La voz limpia y clara venía de un joven de gorra, con gafas oscuras, bigote, melena y hasta el lunar de Rafael Orozco, era impresionante el parecido físico, pero mucho más la similitud en su voz.
Mucho gusto compita, me saludó . – Soy Beto Jiménez, Yo me llamo Rafael Orozco.
Fue suficiente la presentación, y seguidamente le pedí que continuará con la canción, la cual en algunas de mis tertulias musicales le había dedicado a mi esposa…
“Tal vez, en un mañana cuando estemos viejos, que me ilusione nuestro gran amor, y con la misma fuerza de los años nuevos, quizás componga mi mejor canción” terminó entre aplausos, risas y lágrimas y nos confesó, que no tiene una sola canción favorita de rafa, pero si tuviera que escogerla sería “Mi mejor canción”.
Humberto Jiménez Forero, nacido un 9 de mayo de 1972, en Aguachica, César; es el reflejo de resiliencia y el claro ejemplo de una persona salvada por la música vallenata, vivió una infancia en medio de la violencia como miles de colombianos, abusado, menospreciado, usado, engañado; y fue la música vallenata, la única que abrió sus brazos para recibirlo y llenarlo de ese amor que tanta falta le hizo de niño.
“La creciente”, “Nostalgia”, “Sólo para ti”, y cientos de canciones de Rafael, fueron sus maestras y tutoras, se refugió en los acordes del acordeón de Israel Romero, fueron los pitos y los bajos, los que lo animaron a seguir adelante.
No fue fácil, desde niño, fue sentenciado a vivir en los montes, los grupos al margen de la ley mataron a su padre, y un padrino asumió la carga de él y de sus hermanos, pues su abuelo “el viejo chalo” estaba muy viejo para criarlo, luego “la vieja clema”; su abuela, quien le enseñará sus primeras canciones de Rafael Orozco, vendió una marrana, para que el pudiera salir del pueblo y venirse para la capital.
Beto, no fue inferior al reto, y Bogotá no le quedó grande, trabajó en primera instancia en lo que le tocara, pero luego tuvo la fortuna, que escucharán su poderosa voz y lo invitaron a que se inscribiera en el reality “Yo me llamo”, del Canal Caracol, pero fue descalificado, pues no asistió el día de la audición, porque ese mismo día, le salió “una moña” y necesitaba esa plata para pagar el arriendo.
Sin embargo, esa temporada la ganó otro Yo Me llamo Rafael Orozco (Jorge Martínez) , y salió la novela El Ídolo (Alejandro Palacios), inspirada en Rafael, y eso fue el trampolín que necesitaba para darse a conocer, porque por todos lados le salían, presentaciones y contratos, lo que le permitió mejorar su calidad de vida, y emprender en diferentes negocios que lleva junto con su vocación principal, cantar vallenatos y que sean de Rafael.
Ha compuesta ya cuatro canciones de su autoría, A paso fino”, “Muerto en vida”, “Las gorditas” y “Soy yo y que”; las cuales alterna en sus presentaciones al lado del rey vallenato cachaco Beto Jamaica… Este sería otro grupo de “Los Betos” (Beto Jiménez y Beto Jamaica).
Beto Jiménez sigue soñando con que llegue el día en que sus canciones sean tan reconocidas como las que cantara Rafael Orozco, a viajado a México, Costa Rica, Venezuela, Ecuador y Perú, pero cuando tiene tiempo le gusta descansar en el campo, al lado de sus animales y amigos campesinos, que son como dice el los que tienen el corazón más puro y me llenan de paz.
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