Editorial #BlancoYNegro… Puntos de vista, sin matices ni colores.
Por: Efraín Marino Rincón
Presidente Corprensa Colombia
@corprensacol @efrainmarinojr
La seguridad puede considerarse como un estado de ausencia de peligros y de condiciones que puedan provocar daño físico, psicológico o material en los individuos y en la sociedad en general. Deriva de seguro, que la RAE (https://dle.rae.es/seguro) define como “Libre y exento de riesgo”.
Según este concepto, el próximo alcalde de la ciudad de Bogotá, será el alcalde que gestione y garantize una BOGOTÁ SEGURA, y no solo prometa y tenga buenas intenciones, pues “de buenas intenciones esta lleno el camino al infierno”. (San Francisco de Sales – Santo de los periodistas)
Según las cifras y números que no discuten con nadie, las estadísticas y metadatos; la SEGURIDAD es la necesidad número uno en la ciudad de Bogotá y en el país entero.
Es impresionante como se ha retrocedido en materia de seguridad en los últimos años, Bogotá se ha convertido en la metrópolis más insegura del país, seguida de Medellín, Cali, Barranquilla, etc. Solo basta con ver las rejas en puertas y ventanas en las casas y sus habitantes detrás de ellas para protegerse, mientras que los delincuentes se toman las calles, parques y espacios públicos; cuando deberían ser al revés y que sean los malhechores quienes estén tras las rejas y la ciudadanía pueda disfrutar de su ciudad.
Las medidas y directrices que vienen del gobierno nacional, como el pago de una especie de extorsión a los bandidos juveniles para que dejen la delincuencia, disfrazada de una estrategia de “Jóvenes en Paz”, la falta de apoyo y autoridad a la Policía Nacional, quitándoles recursos y el uso de las armas; obligándoles a exponerse como carne de cañón ante las bandas criminales que si están armadas y organizadas; la problemática migrante venezolana, y la vendetta entre carteles de micro tráfico por las zonas de la ciudad, corrompiendo a las autoridades con sobornos y amenazando a líderes sociales y civiles para que no denuncien; ha generado una ciudad llena de miedo e inseguridad de la cual muchos se hacen los de la oreja sorda y mirada ciega.
Es común escuchar en estos tiempos electorales, propuestas utópicas de candidatos sobre el tema de la seguridad en Bogotá… “Mas Policías”… “Mas cámaras”… Drones con reconocimiento facial”… “Mega Cárceles al estilo Bukele”… algunos hasta proponen que el ladrón debe pagar lo que se robo, etc. Pero no dicen “COMO” se realizarán esas propuestas y lo mas importante de “DONDE”, saldrán los recursos para ejecutarlas.
Se continua con la estrategia de prometer en campaña y luego una vez electos, sacan la disculpa de que no hay presupuesto, norma legal o marco jurídico para cumplir lo prometido, así como sucede con las promesas presidenciales de subsidios a los adultos mayores, a taxistas, a estudiantes, a los indígenas, a los micro empresarios, a los maestros, a los trabajadores… en fin se promete y promete y de aquello nada… “palabras, tan solo palabras” como dice la canción.
“CÓMO” tendremos más policías si las academias de formación policial no dan la cuota y cada vez se reducen los presupuestos desde el ejecutivo central?
De “DONDE” saldrán los recursos para Cámaras, Patrullas, Motos, CAIs, etc… si Bogotá esta endeudada hasta con las vigencias futuras?
Bogotá necesita un “ALCALDE DE LA SEGURIDAD”, un gerente que administre no con gestiones, sino con resultados; un estadista que no le tiemble la mano, ni se deje amedrentar por la delincuencia organizada y bandas criminales; una alcalde ético, honesto y transparente que no reciba dádivas de contratistas corruptos; un alcalde que sea sensible al hambre de los más pobres, a la falta de empleo y estudio de los jóvenes, a las necesidades de los niños y adultos mayores, que defienda a las mujeres como si fueran su familia y proteja sin medida a los animales, que no discrimine a los grupos poblacionales lgbt, negritudes, indígenas, raizales, etc.; Un alcalde que use, trabaje en equipo y le crea a los medios comunitarios, a los espacios de participación ciudadana y valore su fortaleza endógena de llegar a las bases de la comunidad; un alcalde que se sepa rodear de personas idóneas y calificadas, dejando de lado el nepotismo y compromiso electoral. Pero ante todo un burgomaestre de lo correcto, lo bueno, lo justo y lo equitativo.
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