top of page

“EL MUERTO, LA VISITA Y EL MIGRANTE, A LOS TRES DÍAS, EMPIEZAN A OLER A FEO.”

Efrain Marino

EDITORIAL

Crisis Diplomática


Por: Efraín Marino Jr.

@efrainmarinojr

Definitivamente, las abuelas —o “cuchas”, como les llaman ahora las tendencias en murales— tenían razón cuando nos enseñaban refranes como este a manera de consejo. Actualizando y parafraseando el dicho, con el tema de la crisis diplomática que vivimos actualmente, no puedo evitar incluir a los migrantes en esta reflexión. Es una realidad que no se puede tapar con la mano.

He sido migrante en Estados Unidos y he tenido la suerte de contar con amigos y personas maravillosas que me recibieron con los brazos abiertos. Sin embargo, al estar en “casa ajena”, uno debe “comportarse bien”.

Ese comportamiento empieza por respetar las reglas del lugar al que se llega. Si no lo haces, te expones a que te cierren las puertas, te echen y te cataloguen como maleducado, irresponsable o incluso, mala persona.

En el tema migratorio sucede exactamente lo mismo. En Estados Unidos hay millones de latinos, entre ellos colombianos, que ingresaron al país de manera ilegal (por el “hueco”) o irregular (sin estatus migratorio). Esto incluye a quienes entraron con visa, pero se quedaron más tiempo del permitido, o a quienes trabajan sin autorización porque la categoría de su visa no lo permite. En cualquiera de estos casos, estas personas han violado las leyes migratorias y están sujetas a deportación.

Ahora bien, si además de violar las leyes migratorias, estas personas infringen las leyes judiciales, serán detenidas, encarceladas y deportadas de manera inmediata, dependiendo del tipo de delito que hayan cometido.

Es importante subrayar que, para la justicia estadounidense, todos ellos son considerados “delincuentes” en mayor o menor grado, según el tipo de norma que hayan quebrantado. Por ejemplo, colarse en el metro de Nueva York es un delito que conlleva ser esposado y multado; y si te resistes al arresto, las consecuencias serán mucho más graves. Así son las reglas, y cuando uno está “en casa ajena”, debe cumplirlas. Es así de simple.

La reciente crisis diplomática se desató por la opinión personal del presidente de turno, quien criticó el supuesto maltrato a los deportados que eran enviados esposados a Colombia. Esta declaración, sumada a un historial de trinos en la madrugada, posibles excesos de cafeína u otros “psicotrópicos”, y delirios de grandeza dignos de un Aureliano Buendía, Gaitán o Allende; desataron una tormenta política en tan solo tres mensajes.

La prepotencia y soberbia del mandatario han puesto en juego, en cuestión de horas, las relaciones diplomáticas con el principal socio comercial de Colombia, del que depende una parte significativa de nuestra economía.

Inmediatamente se activó el protocolo de “corrección de errores”, y el canciller Gilberto Murillo, el embajador de Colombia en Washington, Daniel García (quien, paradójicamente, no estaba en su puesto), y la joven Laura Sarabia, conocida por el escándalo de las maletas; —esta vez con “valija diplomática”— tuvieron que salir a disculparse. “Perdón, sí vamos a recibir a los deportados; qué pena, no se repetirá; ya le quitamos el celular al precoz tuitero”, parecían decir entre líneas.

Sin embargo, las duras medidas emitidas por el Departamento de Estado de los Estados Unidos contra Colombia están listas para ejecutarse si no se cumplen al pie de la letra las reglas de “la casa ajena”. Aún no se ha recuperado del todo la situación, y falta ver si el presidente aprendió la lección o si por el contrario, en su próximo rol como presidente de la CELAC, se atreverá a recordar sus épocas de guerrillero y a liderar una revolución de países del sur “oprimidos por el régimen hasta que la dignidad se haga costumbre”.

Como dirían las abuelas —o “cuchas”, según las tendencias—: Amanecerá y veremos.

0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo

Comments


Todos los derechos reservados - Copyrigth 2015 -  Identity Data Agencia Publicitaria -  www.idagencia.com 

bottom of page