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EL SILENCIO DE LA SOLIDARIDAD

Por: Efraín Marino @efrainmarinojr.

Fragmento: Historias de la Noche y algo más de mis entrañas.



1:10 a. m. el reloj marca la hora en el aeropuerto internacional de Miami FL, voy rumbo a New York para participar en el Festival de la Colombianidad que se celebra todos los años en la avenida Northern Boulevar en Queens.


El vuelo 1493 está un poco demorado y decido tomarme un café mientras escucho la playlist en Spotify del Efecto Mozart, para desperezarme un poco pues la silla múltiple y metálica de la sala de espera ha tallado mi espalda y zona lumbar.


El café cae como piedra y una serie de espasmos estomacales, anuncian como truenos que se avecina una tormenta, la pereza se olvida y me dirijo al baño del primer piso por las escaleras eléctricas, el aeropuerto está casi solo y me encierro en mi cubículo metálico, gris y frio.


El alivio fue inmediato, un suspiro sale desde lo más profundo y agradezco al cielo el rollo de papel que está a mi derecha en un recipiente de plástico negro. A esas alturas de introspección no me había fijado en los tenis de talla grande que se veían por debajo de las paredes de acero inoxidable del siguiente cubículo… cuando de pronto cortó mi inspiración una mano grande, morena que se abría y cerraba al tiempo que una voz gruesa se escuchaba decir…


-Help me please… paper !!!


No sé porqué pero, reaccioné en segundos y enrollé varios metros de papel en mi mano y se los pasé por debajo de la pared…


-Thank you… se escuchó la voz un poco más calmada.


Luego un silencio un poco incómodo, seguido de los sonidos del water, puerta, bañado de manos y pasos alejándose… yo seguía en silencio pensando un poco en lo que había pasado, algo dentro de mi se sentía muy bien, como si hubiese salvado al mundo, un poco exagerado para mi gusto, pero ese pequeño momento de solidaridad me hizo la espera más confortable, tanto así que se convirtió en tema para una nueva crónica de la noche.


Pasé a abordar el vuelo, mi ubicación fue en pasillo, me recosté, me puse mis audífonos y seguí con mi concierto del Efecto Mozart, cerré los ojos unos minutos, cuando un afroamericano de más de dos metros me despertó para pasar a su asiento de ventanilla.


-Excuse me sir.


Me levanté y siguió, cuando me fijé en sus zapatos y él en los mios y seguidamente cambiamos el foco de nuestra vista… el silencio duró todo el vuelo, seguí escuchando mi música pero una medio sonrisa se dibujaba en mi rostro.


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