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NORTHEM BOULEVARD: LA AVENIDA EN NEW YORK, QUE CADA AÑO SE VISTE DE TRICOLOR.

Crónica |

Por: Efraín Marino @efrainmarinojr


El corazón de Queens volverá a latir con acento colombiano, este domingo 27 de julio desde las 11:00 a.m., la Northem Boulevard se convertirá una vez más, en un largo río de nostalgia, música y orgullo patrio, un desfile que este año celebra sus bodas de plata, 25 años de historia, de abrazar con los pies lo que la distancia le negó a los brazos, una fiesta que nació del anhelo, de ese deseo casi terco de no dejar apagar la llama del origen.

Al frente de esta historia camina un monteriano pequeño de estatura, pero grande de corazón y visión, es Rafael Castelar, fundador y director del Centro Cultural Colombiano Internacional, alma y pulmón de esta parada que ya no es solo un evento, sino una tradición tatuada en el calendario emocional de miles de colombianos en el exilio, su labor ha sido silenciosa y titánica, como esas raíces que se aferran bajo tierra para que el árbol no caiga con el viento, ha sostenido este desfile con convicción y amor puro por una Colombia que, aunque lejana, sigue viva en cada bandera, en cada acento que se resiste a diluirse en la ciudad que nunca duerme.

La Northem Boulevard, se transforma por unas horas en territorio colombiano, la avenida se inunda de sombreros vueltiaos, polleras que giran como remolinos, tambores que suenan como el corazón cuando uno se acuerda de casa, entre papayeras, caballos de paso y comparsas multicolores, se cuela la voz de un pueblo que no olvida, que baila con nostalgia y canta con los ojos aguados; es una Colombia que se niega a ser recuerdo y que prefiere marchar, bailar, gritar y abrazarse aunque sea con la mirada.

Los niños nacidos en el Bronx, Queens o en Brooklyn aprenden a ser colombianos entre arepas, tamales y acordeones, entienden que la patria no es solo un lugar, es una forma de ser, de sentir, de llorar con orgullo, y las abuelas, esas heroínas del silencio, aplauden con el alma viendo que su bandera sigue ondeando aunque el cielo ya no sea de montañas.


Veinticinco años de desfile, de persistencia, de identidad que no se rinde, este domingo no será cualquier domingo; será una cita con la memoria, con la herencia y con la resistencia cultural que Rafael Castelar ha sabido preservar como un guardián de lo nuestro, por eso, cuando el reloj marque las once y las primeras notas del Himno Nacional de Colombia, resuenen sobre el concreto, sabremos que nuestra patria no se ha ido, que camina con nosotros, que se baila, se recuerda y se celebra, aunque sea lejos.

 
 
 

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