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Foto del escritorJoel Marino

ROMUALDO, UN JUGLAR DE LA COMPOSICIÓN.


Por: Efraín Marino

Director de la Revista y Emisora Bogotá Nocturna.



Conocí al maestro Romualdo Brito hace más algo más de diez años, en la cafetería del Carulla de la calle 53 en Galerías en la ciudad de Bogotá, era el mes de enero, estábamos comenzando año, me lo presentaron pues tenía un problema con el diseño de su libro “Romualdo Brito, 40 años de vida artística”, y nos pusimos manos a la obra a que fuese una realidad.


Allí, con la humildad de una taza de café recién molido, conocí a la leyenda dueña de más de 1500 canciones llenas de toda la historia, que brinda la cotidianidad de un observador de la vida, pues si algo tenía “el negro romo”, era que sabía decir las cosas “tal y como las veía, tal y como las sentía”.


Nos pusimos cita en mi apartamento, pues para esa fecha yo aún no tenía oficina y trabajaba desde mi casa, al día siguiente muy puntual llego acompañado de la cantautora Indira de la Cruz, su señora esposa, me dio un abrazo como si nos conociéramos de hace años y me dijo “usted no sabe, cuanto le agradezco que me saque de este apuro”… refiriéndose a que tenía pocos días para entregar a la editorial el libro totalmente diagramado y le habían quedado mal en Valledupar.


Indira se sentó en un sofá, tomándose un tintico recién hecho por mi esposa, conoció a mis hijos, “Romo” hizo el apunte; “salieron bonitos como la mama e inteligentes como el papa”… allí se rompió el hielo de la formalidad, todos nos reímos y en ese momento nació una amistad basada en la admiración mutua, el cariño y el sentimiento por el folclore y la música vallenata.



Sentado en una silla rimax blanca que acercamos al escritorio, comenzamos a trabajar en el libro de su vida artística, escogimos una foto de portada donde se ve el sentimiento de sus canciones, sobre un fondo de ladrillos rojos, y para la contraportada una foto del maestro con mochila y sombrero wayuu, pues nunca olvida sus orígenes; fue maravilloso conocer de su boca y corazón, las historias que inspiraron canciones tan maravillosas y sentidas como: “Mi presidio”, “Tatuaje del Alma”, “El diario de mi Vida”, “Embrujo”, “Esposa Mia”, “Mis Viejos Queridos”, “Amaneceres del Valle”, “Lo más lindo del mundo”, “La mama de uno”, “La Guajirita”, “Margarita”, “Por Ella”, etc…y así unas mil canciones más… y otras tan alegres y jocosas como: ”Llegó tu marido”, “La yuca y la tajá”, “Parranda, Ron y Mujer”, “El Santo Cachón”, etc, que entre otras cosas, de las muchas que conversamos en esos días, (pues llegaba muy puntual a las 10 de la mañana y se iba al caer la noche, almorzábamos lo que hubiese pero le encantaban las lentejas que hacia mi esposa, o por lo menos eso decía je je je)… le pregunté cuál era la canción que más regalías le había dejado o la que más se había escuchado, a lo que me respondió “vea como es de ingrata la vida compadre, la canción que más plata me ha dado es la que menos me gusta”, refiriéndose al éxito “El Santo Cachón” que inmortalizaran la agrupación Los Embajadores Vallenatos, y de allí nos reímos con anécdotas tales como cuando casi lo excomulgan y lo echan del pueblo por culpa de esa canción, “una vez iba en un bus y se subieron dos monjitas y al verlo se persignaron como si hubieran visto al diablo” se reía de las cosas que pasan cuando las canciones se convierten en cuentos e idiosincrasia de un pueblo.


Terminamos el libro a tiempo, y seguimos en contacto, me felicito por la programación “Sentimiento Vallenato” de mi emisora Bogotá Nocturna, y me dijo “te voy a enviar de vez en cuando una que otra cancioncita para que me la pongas a sonar”, y así lo hizo, permanecimos en constante comunicación, me enviaba sus canciones, las invitaciones a su gala “Noche de Compositores”, las canciones de Indira de la Cruz su esposa, cantautora y secretaria general de Sayco, frecuentemente nos veíamos en los eventos, hacíamos notas, entrevistas y siempre estaba disponible para su “amigo que lo sacó de una grande” me decía con una sonrisa.



Una vez hicimos un programa en directo desde la casa del compositor en la ciudad de Bogotá y allí entrevistamos a Indira, que hacia promoción de su más reciente producción musical “Indira de la Cruz, Solo Clásicos”, y luego de su entrevista aprovechamos que su esposo el maestro Romualdo Brito le estaba acompañando, para entrevistarlo, estábamos en temporada política y le preguntamos por su canción protesta “El Indio”, le picamos la lengua y nos dijo “Compadre esa canción parece que fuese compuesta ayer, nuestra Guajira siempre ha sido olvidada, necesitamos un candidato que le duela nuestro pueblo”, luego siguió despachándose y hablando en contra de la corrupción y de las cosas que no estaban bien… así era Romualdo Brito una persona sencilla pero sensible, jocosa y amigo de sus amigos.


Volviendo a la persona de Romualdo Brito López, el hombre de Treinta Tomarrazón, corregimiento de Riohacha, Guajira: lo quiero recordar no como el prolífico y excelente compositor, considerado uno de los cinco más grandes del vallenato, aunque también compuso otros géneros musicales, sino como el ser humano, que tuve la fortuna de conocer de cerca y aprender de él, su humildad a pesar de su grandeza, nunca se me olvidará el último día que estuvo en mi casa, ese día le dio dinero a mi hijo para que comprara pollo asado y al pasar a la mesa para almorzar, se sentó en una silla que estaba medio enclenque y casi se cae, le pedí disculpas y le cambie la silla, a lo que me dijo… “No se preocupe compadre, yo me he sentado en taburete de cuero y hasta en bordillo de cemento durante mucho tiempo, lo importante es que este bocadito lo compartimos en familia”…


A comienzos de noviembre me envío por whatsapp un audio con su canción “Navidad Contigo”, para que la pusiera en la parrilla de música de diciembre y así lo hice, sin saber que días después se cumplirían las palabras de su canción “fueron tantos diciembres que pasamos unidos; y el corazón se me arruga si esta navidad no la pasas conmigo”… un fatídico accidente de tránsito se llevó al maestro, al compositor, al cantautor.. al amigo.


“Romo” nos dejó un legado musical que ustedes conocen y seguirán escuchando por muchos años, así hacen historia los grandes, los juglares, los inmortales… adiós mi estimado, un abrazo vallenato de esos nacen del alma.

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